Un día, luego de una fuerte sequía, vinieron las lluvias súbitamente con una fuerza increíble. Fue un grans suceso para las plantas; pero para algunos seres pequeños, fue una terrible tragedia. Estas avispas habían vivido en nuestra terraza desde hace ya varios años y tenían un hermoso nido, convenientemente ubicado bajo el techo de un farol. Pero ni el techo, ni el farol, pudieron evitar que los fuertes vientos y la lluvia destruyan el enorme trabajo de todos estos años. El nido cayó por culpa de los fuertes vientos.
En cuanto terminó la lluvia, el nido que contenía varios huevos de avispas, fue invadido por una horda de hormigas. Cuando lo vi, decidí que les daría una mano a las avispas y las salvaría de una muerte segura. Recogí el nido y lo puse a salvo en un frasco. Alos pocos días, las pequeñas larvas que habían sobrevivido al ataque de las hormigas, comenzaron a salir de sus capullos. Y fue un hermoso espectáculo. Acostumbradas a nuestra presencia, se dejaron fotografiar y filmar como si fueran estrellas de Hollywood; y sí que eran unas estrellas: fueron las sobrevivientes de una fuerte tormenta y de un ataque de hormigas. Ahora, se han unido a su generación pasada para reconstruir el nido.
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